martes, 12 de mayo de 2020

MACHOS MIDIENDO FUERZA




Todo empezó por unas bancas de jardín. Vivimos en un edificio y las áreas comunes están siendo  decoradas por la administración y la  Junta Directiva del mismo. Recuerdo que cuando iba entrando a mi estacionamiento vi las bancas.  Mi primera impresión  fue, no van  a tono con nuestra decoración. Resulta que a otro vecino al parecer pensó lo mismo, no le agradaron. En el chat de grupo, este señor usó un lenguaje inapropiado y grosero al momento de expresar su disconformidad. Yo, decentemente,  dije  que no me parecían feas. Inclusive mi madre tiene unas en su casa en el interior, pero en  nuestro caso  no iban de acuerdo con el estilo moderno de nuestro edificio. El presidente comentó inmediatamente que podía quitarlas y se acababa el problema. No me pareció cortés  su respuesta.  Si ya estaban, debían  quedarse. ¿Otro gasto? No estábamos para eso. Sugerí colocar dos potes decorativos con sus plantas a ambos lados y así se le daba el toque natural y de jardín. ¡Quedarían  lindas.! No pasó nada. Las bancas se quedaron y nadie comentó más al respecto.
Un tiempo después, cambiaron el mobiliario del lobby. Cuando lo vi, dije: No me gusta!! De nuevo,  no va con el estilo moderno del edificio. Los comentarios del grupo de vecinos empezaron a llegar vía chat. Casi todos estaban encantados con la nueva decoración y con los muebles. No dije nada, para gusto los colores. Si  no tengo algo agradable que decir prefiero callar. Pero el vecino que les mencioné arriba, que no estuvo de acuerdo con las bancas, no se calló. El problema fue que se  dejó llevar por sus emociones, perdió el control y soltó su veneno. Fue grosero, mal educado, ofensivo, malcriado, y todo lo que se puedan imaginar al momento de expresar su descontento. No estuve, ni estaré jamás de acuerdo con este tipo de comportamiento. Respeto ante todo. Comentó que los muebles eran baratos, de mal gusto y mala calidad. Fue tan prepotente, que hasta me hizo ver más bonitos los muebles. El presidente se sintió ofendido, lo sacó del grupo de chat, y fue a la corregiduría a ponerle una queja por haberlo insultado. Por cierto, esto también me resultó pasional. Es verdad que a nadie le gusta que lo ofendan y lo traten mal. Hay que darse a respetar. Lo primero que debemos hacer es no caer en este tipo de juego porque  terminamos  haciendo otra bajeza. Al día siguiente, me encuentro con el presidente de la junta y la administradora. Les di respetuosa y  personalmente mi opinión sobre la nueva decoración. Les recomendé pedir ayuda o contratar los servicios de un diseñador de interiores para las nuevas compras y decoraciones. Les agradecí la buena intención. Sinceramente les dije que aunque no estaba 100% de acuerdo, no tenia derecho a criticar, si yo no  había contribuido  en nada. Una señora de la junta y la administradora, con las mejores intenciones lo hicieron solas.  Invirtieron su tiempo para ir a diferentes lugares y yo no tenia moral para decir ni esta boca es mía. Mi filosofía es que si no participé, no colaboré en nada, entonces no critico. Lo que hicieran estaba bien. Por supuesto que me ofrecí para colaborar de alguna manera en las próximas compras. Todavía hay mucho por hacer. Estoy clara que no se puede quedar bien con todo el mundo. También estoy clara que si deseo hacer mi santa voluntad debí comprar una casa, ahí si, solo yo decido.
Al parecer todo volvió a la calma. El vecino inconforme tenia su citación para la corregiría.
Una noche al llegar a mi apartamento, me encuentro una nota que habían dejado debajo de la puerta.
En resumen, solicitaba la cooperación de todos los vecinos para elevar una solicitud a la Junta Directiva para conformar  un comité de diseño y decoración para las nuevas compras. Me pareció una excelente idea. La iniciativa la tomó el vecino inconforme. Por supuesto, yo quería participar. Es muy cómodo hablar y dar opiniones, y no hacer nada. Ésta era la oportunidad de colaborar, poner mi granito de arena. Firmé la nota y la dejé en su apartamento como lo indicaba. En el chat de grupo varios vecinos estaban molestos por la nota. Algunos comentaron que la habían tirado a la basura. Yo les comenté que me  parecía muy buena idea formar el comité. El presidente pidió ser prudente al momento de firmar documentos. Ya yo la había firmado y entregado. No tenia nada de malo, el señor usó un lenguaje correcto, educado y respetuoso.Tenía buenas intenciones.
Para no cansarles el cuento, después me llegó un  correo electrónico solicitando voluntarios para conformar un comité de jardinería. Habían muchas quejas por lo descuidado que estaban  los jardines. Por supuesto, yo también quería participar. Me anoté de una vez. Después me enteré que solo el vecino inconforme y yo nos habíamos anotado. El presidente muy amablemente, me consultó  si yo no tenia inconveniente en trabajar con este señor. Le dije que no. Es más ni siquiera lo conocía  personalmente. Suele pasar cuando uno vive en apartamentos. Mientras él fuera respetuoso, por mi parte, haría todo lo posible para mejorar nuestros jardines. Tenia muchas ideas y los contactos de especialistas en el tema, que con gusto me cotizarían los trabajos. Personalmente hablé con el presidente y la administradora sobre este asunto, me comentaron lo difícil que era este señor. Volví a repetirles lo mismo. Es más, les volví a comentar que yo había firmado la nota que él había enviado para el comité de decoración. La idea me parecía buenísima. Al día siguiente era la cita en la corregiduría. Aproveché para comentarle al presidente, que  hubiese sido bonito que en lugar de ir a una corregiduria se hubiesen sentado como personas civilizadas a tomarse un café o un vino, mientras conversaban y aclaraban   las diferencias. La administradora estuvo de acuerdo.
En la corregiduria no les fue bien. El vecino inconforme, según me comenta el presidente, utilizó la carta que yo firme para el comité de decoración, y la de otros vecinos, muy pocos en verdad, para ponerle una demanda a la Junta Directiva. A su junta directiva. Por Dios, esto me pareció ridículo. Se suponía que  le interesaba  realzar la imagen de nuestro edificio. No tenemos dinero en exceso. Ahora la junta con nuestro dinero, sí, el dinero del inconforme también, tiene que defenderse. Vamos a gastar plata, que necesitamos para reparar tantas cosas,  en un abogado. Todo esto porque dos machos no quisieron dar su brazo a torcer. Ya me quedó claro. La demanda no era por la nota que firmamos, no tendría sentido. El único argumento seria que otros no estaban conformes con la decoración. ¿Y?  Aquí lo que hay son  dos personas midiendo fuerzas. No quieren dejarse, tener la razón nos llevará a perder plata a todos. Una polémica que empezó mal. Dos malas reacciones.   Primero el  presidente, que se sintió ofendido y con razón, e  inmediatamente sacó al señor malcriado del grupo y lo citó a una corregiduría.  Segundo, un vecino inconforme, que seguro también se sintió  ofendido y no se va a dejar. Dignidad ante todo. Esto es una guerra. ¡Par de inconscientes! Buscando una justificación, pudiera  decir que el vecino  empezó y es cierto.  Pero se necesitan dos para pelear. Deseo de todo corazón que mi vecino desista de tan ridícula demanda. Yo no soy abogada, pero demandar porque no me gustaron  unos muebles, me parece fuera de lugar. Hasta infantil, esto es una pataleta. Si en verdad lo motivaban las buenas intenciones y deseaba  colaborar, hubiese sugerido  hacer  donaciones personales  para comprar algo de mejor calidad.  Y su contribución hubiese sido  la primera para animar al resto. Debió utilizar su  valioso tiempo en aportar, en lugar de ir  a perderlo  en un juzgado. Que de seguro tendré que ir yo también. Mi conclusión es que cuando dos seres humanos miden fuerzas, en este caso dos  machos, todos los que estamos cerca perdemos. ¡Más tolerancia por favor!

Minnie Flores
Publicado 7 de Julio de 2016

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