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lunes, 29 de junio de 2020

YO CONFIÓ EN TI




Tenía un par de días sintiéndome triste. Pajaritos inquietos revoloteando dentro de mi mente.  Pensé que la cuarentena estaba afectando mis emociones, a pesar que gracias a Dios no tenía queja, más bien estaba agradecida por las bendiciones recibidas. Todos estábamos bien en casa. En fin, como dice la canción de Shakira "lloro una vez al mes", debía estar en esos días, era lo más probable. Como no entendía la razón de mi tristeza mi mente  se preparaba para encontrar una o varias.  El tema era que con razón o no, empecé a cuestionar toda mi existencia. ¡Un poco exagerada! ¿Realmente estaba siendo útil?,   ¿estaba dando lo mejor de mí?,  y en ese caso, ¿que era lo mejor de mi? No era especialista en ninguna materia, al contrario demasiados cosas dejadas a la mitad en mi recorrido por esta vida. ¡Increíble cómo la mente automáticamente nos saca un listado de nuestras debilidades y defectos, y se prepara para anidar en forma de frustraciones!  Trataba de darme ánimos, diciéndome  eres buena madre, buena esposa, buena hija, etc. nada era suficiente.  No se trataba de lo buena que era con los demás, se trataba de mi y mi realización como persona, como ser humano.  Y al no encontrar ese algo, el alma empezó a inundarse con mis lágrimas. Me quebré y lloré.  Ni yo no podía encontrar mis propias virtudes, era una sensación de inutilidad,  soledad mezclada con nostalgia. Esto no era usual en mi, la mayor parte del tiempo me siento bendecida y agradecida por lo que soy y lo que tengo. 

 Estaba acostumbrada a darle ánimos a los demás, tenía un sensor para reconocer las tristezas ajenas, al parecer un don para consolar y devolverles las  sonrisas, subirles el ánimo pero,  por qué no era capaz de hacerlo conmigo misma. No encontraba las palabras, ni mis fortalezas en ese mar tormentoso que era mi mente. Las olas iban y venían en forma de llanto. Cuando me decía ya pasó, una enorme ola volvía a derrumbarme, a veces era una palabra, o algo que veía, la tormenta empezaba de nuevo.  Mi esposo me miró y me dijo estás rara. Le dije que me sentía triste y no sabía porqué. Era cierto.  Debe ser que estás en tus días o próxima, me dijo. Ya me ha había pasado antes. Él sabía que la cuarentena la estábamos llevando bien, felices, tranquilos y muy cómodos. Me miró con ojitos tristes, y me acarició la cabeza.  Yo solo quería estar sola para poder llorar a mis anchas. No quise darle detalles de todo lo que implicaba ese "estoy triste" 

Así pasé el día, hasta que a las 3:00 p.m. que sonó la alarma que tengo en mi teléfono, el recordatorio de la hora de la Divina Misericordia. Me conecté a un canal de Yotube e hice la coronilla a la Divina Misericordia, empecé pidiendo perdón por sentirme así. Sola, triste, cuando sabía que no lo estaba, pero no lo podía evitar.  A medida que hacía la coronilla me iba sintiendo mejor, y consolada. Al terminar mi ánimo había cambiado. Luego miré una imagen que tengo de la Virgen y sentí un deseo enorme de hacer el rosario, lo hice con amor y devoción, por mi, por mi familia, por los seres que amo. Pedí sanación física para todos aquellos que la estuvieran necesitando, especialmente por mi suegra,  y también por sanación espiritual y emocional, la enfermedad que nos está consumiendo. No tengo forma de explicar lo que sentí al momento de terminar el rosario, una sensación de paz, amor, liberación, se apoderó de todo mi ser. Sentí el abrazo celestial y maternal de la Virgen, reina de la paz y la ternura, recordé y experimenté lo amada que soy, que somos todos, y aún así nos quebramos, por eso no debemos dejar de rezar, orar, meditar, bendecir, agradecer, llenar nuestra mente y pensamientos con la palabra y la promesa de Dios y su madre. No estamos solos y somos infinitamente amados. No rezo el rosario todos los días,  pero no hay momento del día que no tenga presente a nuestra madre celestial, y haga oraciones en silencio para ella.
 
Ahora mi  espíritu está alegre, esto no significa que no volveré a sentirme triste, al contrario, es saber a donde debo recurrir cada vez que me sienta triste, porque el vació del ser, no lo puede llenar un amor terrenal, esposo, hijos, solo Dios y su madre celestial nos llenan por dentro de tal manera, para que podemos compartir ese querer, ese amor con los seres que amamos. Descubrimos que somos valiosos y exitosos si todo lo que hacemos, en el rol que sea, lo hacemos por amor, dando lo mejor de nosotros cada día. Empecemos por los que tenemos más cerca, nuestra familia. ¡Amado Jesús yo confió en ti, y en tu infinita misericordia!

¡Hasta la próxima hormonas alborotadoras y cizañosas!




Minnie Flores. 




martes, 26 de mayo de 2020

DÍAS GRISES


No todos los días son iguales, aunque lo parezcan. Están esos brillantes allá afuera, a los ojos de los demás,  y oscuros y tristes  acá dentro. Te cansas de mirar por la ventana  buscando el arcoiris y te asustan las nubes negras que afanadas parecen apoderarse del cielo. Entonces te llenas de un silencio
profundo, y se abre un espacio en tu corazón,  recurres al que siempre está ahí para abrirte un paraguas y cubrirte de tu propia lluvia. Lo llamas y él corre a tu encuentro.
Es Jesús eterno amigo y compañero de  quien le abre las puertas del alma.
Ese que  caminó  sobre el agua, camina sobre tus heridas y las sana.
Ese que calmó la tormenta, calma las nubes negras de mente y te regala un sol radiante de buenas ideas y pensamientos amorosos.
Es así de noble  y compasivo porque el también sabe de silencios y de días grises.
El sabe de consolación.

Minnie Flores



lunes, 11 de mayo de 2020

CREO EN EL AMOR



Creo en la lluvia porque la he visto caer y hacer florecer los campos y jardines. Creo en el sol porque lo he visto amanecer e iluminar el día. Creo en el amor porque lo he visto nacer desde mi vientre y llamarme mamá. Creo en los besos porque los he visto acercarse a mi boca y hacerla temblar. Creo en la amistad porque la he visto perderse y regresar cuando es de verdad. Creo en la verdad porque la he visto desnudarse y mostrarse sin temor. Creo en los milagros porque los he visto salir desde los escombros. Creo en las palabras porque las he visto herir, arrepentirse y salvar. Creo en el perdón porque lo he visto abrazar y saludar sin resentimientos. Pero sobre todas las cosas creo en el amor, Dios y en la Virgen María, porque su presencia ha estado en cada cosa que mis ojos han visto y que mi alma ha sentido. Es tiempo de creer! Dios vive en ti y en mi.
Minnie Flores Publicado el 30 de Noviembre de 2017.