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miércoles, 17 de junio de 2020

MOMENTOS BOCHORNOSOS




Momentos bochornosos  son aquellos en los que quisiéramos devolver el tiempo, o escondernos debajo de alguna piedra por haber hecho o dicho algo que no no debíamos en el lugar menos indicado. También le podemos llamar sucesos bochornosos, pero prefiero llamarlos momentos porque gracias a Dios son solo eso, pasan y con suerte después ya nadie se acuerda, aunque para ti sea imposible de olvidar. 

Bueno mi hijo de 12 años tuvo un momento bochornoso en una de sus clases virtuales. Estaban trabajando en una actividad que les había asignado el profesor, debían mantener la  cámara encendida y el  micrófono apagado. A mi hijo se le activó el micrófono sin darse cuenta, y cuando algo de lo que estaba haciendo no le salió bien, dijo "mierda". justo en ese momento el profesor le pidió que se disculpara con él y con toda la clase. Así lo hizo. 

Conozco tanto a ese niño bueno que cuando algo le sucede de inmediato lo leo en sus ojos. Le serví la comida para que almorzara, pasta con carne de res guisada, una de sus preferidas. Me miró con ojitos tristes, noté que empezaban a cristalizarse. Se acercó, iba empezar a hablar y la voz se le quebró.
Lo abracé y le pedí que me contara con confianza. Así lo hizo, su rostro cambió, el alivio de sacar eso que nos angustia refrescó su mirada. 

Las palabras soeces no son nada agradables, y no porque mucha gente las diga de manera casi normal en sus conversaciones están bien, al contrario, pueden representar una falta de respeto para tus interlocutores. En nuestra casa prácticamente no las utilizamos, a mi se me escapa una por ahí, precisamente esa que se le escapó a él en clases. Le pedí perdón porque sé que yo también cometía el error de decirlas frente a ellos, y eso no era correcto. Así que le pedí que me llamara la  atención si me escuchaba diciendo una. En realidad no era común, pero uno tiene sus días. 

Lo bueno de todo esto, le decía a mi hijo, era reconocer, aprender de  nuestros errores y disponernos a corregirlos. Lo felicité por la nobleza de su alma, se notaba que estaba arrepentido y avergonzado por lo que le había sucedido. Tampoco era algo grave, pero  no todo el mundo siente una punzada en el corazón cuando sabe que no ha actuado de la manera correcta. Lo importante era no acostumbrarse a repetir ese tipo de palabras, porque el hecho no era que lo hubiesen escuchado al activársele el micrófono, aquí el tema era que no debió decirlo, mucho menos frente al profesor. 

Sus  amigos cuando jugaban  en linea decían palabras soeces y de seguro él también, la verdad siempre lo escuchaba hablar, pero no le había escuchado decir ninguna, eso no significaba que fuera  un santito, quiero pensar que lo estamos educando bien y su actitud me lo estaba confirmado. Todo lo que nos sucede en la vida tiene consecuencias, buenas o malas, dependiendo de lo que sea, en el caso que sea algo negativo nos  debe servir como lección para no volver a caer en lo mismo.

Quedamos en que no se deben decir palabras soeces porque no es correcto, es  desagradable y hasta de mala educación, seas niño o adulto,  y quienes no estamos acostumbrados a decirlas nos sentimos mal, y hasta incómodos  porque no es parte de nuestro vocabulario. 

En nuestra cultura prácticamente es una manera popular de expresarse, ya sea cuando estás molesto o simplemente porque ya forma parte de vocabulario diario, y esto no tiene nada que ver con clase social,   pero la verdad no es bonito, al menos a mi no gustan. 

Minnie Flores




lunes, 8 de junio de 2020

SUEÑOS RAROS


La misma noche del episodio de Soy Sonámbula soñé  varias cosas raras.
 Primero, que nos habíamos ido de viaje y no teníamos hospedaje, lo bueno fue que me encontré con un conocido que nos brindó su apartamento. Al día siguiente mi esposo y los niños al parecer se habían ido a comprar desayuno, yo me quedé en el apartamento, me fui al baño, me senté a orinar y el agua del inodoro empezó a desbordarse. Me levanté, estaba desnuda, miré alrededor y vi todo sucio y desordenado. Me puse a limpiar, y a sacar el agua, que estaba limpia y transparente por cierto. En eso escuché ruidos, había más gente en la casa, me asomé y pude ver a una familia completa en la cocina, no era mi familia, de seguro familia de mi conocido. Corrí a ponerme ropa, solo tenía a la vista la pijama, me la puse, no tenía ropa interior por lo que se notaban mis pezones. ¡Moría de vergüenza!. La familia me invitó a desayunar, una mujer me pidió que comiera rápido para que terminara de limpiar toda la casa. Me enojé, le dije que se olvidara que no iba a limpiar nada, ella no dijo nada, todos me miraron con respeto. Comimos arroz blanco y huevo frito. ¡Que locura! Al ver que mi esposo y los niños no llegaban, decidí ir a buscarlos, tomé un bolso chico que se usa cruzado y  una maleta y salí, una mujer mayor salió conmigo, también llevaba una maleta. Nos sentamos en una parada a esperar el bus. Otra mujer llegó, y se sentó después de pedirnos permiso. Al minuto nos dimos cuenta que nos había robado nuestras maletas. Me sentí perdida y sola. La anciana regresó al apartamento. Yo me encontraba en una terminal de autobuses. Todo parecía confuso. Caminé un poco, a lo lejos divisé a una mujer policía. Me acerqué y le pedí ayuda. Lo primero que hizo fue pedirme una identificación, perfecto las tenía en mi bolso pequeño, pero al buscarlo, me percaté que tampoco tenía mi bolso, la ladrona se había llevado todo. ¡Angustia! Pensé en mi celular, ahora no tenía como pedir ayuda.  Así que estaba sola y sin identificación. Entré en desesperación por un momento, me dieron ganas de llorar, y decidí regresar al apartamento, pero antes de dar el primer paso, me calmé por completo. Era otra. Me dije, no puedo cambiar absolutamente de lo que ha sucedido, lo dejo en las manos de Dios, pues solo un milagro puede salvarme. La mujer  policía me escuchaba en silencio, más bien con extrañeza,  como si no entendiera de qué rayos estaba hablando.  Y de pronto  de la nada tenía en mis manos el bolso.  La mujer policía me miraba asombrada, y me preguntó, ¿de donde salió? Le respondí, esto es un milagro, a esto me refería. Estaba tan feliz y agradecida que decidí darle un dinero a la policía, se notaba que lo necesitaba, pero yo  tenía poco efectivo en mi bolso, y  quería darle unos 100.00. ¡Qué generosa! Así que le pregunté, ¿tiene Yappy?,se los paso desde mi celular. Y de seguro se los pasé. En este momento desperté.

Segundo sueño, misma noche,  por algún motivo  que tenía que ver con las cuarentena, a mi sobrinita Emma la habían cambiado de escuela. Mi hermana se encontraba muy angustiada porque temía que la niña no se pudiera adaptar a su nuevo salón y compañeros de clases. Le dije, no te preocupes, todo estará bien. Yo misma pasaré por la escuela, conozco a la maestra, iré a preguntarle como le va y de paso le comentaré que soy su tía. Así lo hice, pero para mi sorpresa al llegar al lugar, no era una escuela como tal, era una iglesia, podía ver el altar y atrás los bancos. Habían niños y adolescentes, todos muy rebeldes. No paraban de insultar a la maestra, a quién yo no conocía. Se notaba que la maestra estaba desesperada, no podía controlar a los niños. Ellos se insultaban y se golpeaban unos a otros.
Entré en desesperación pues no lograba encontrar a mi sobrina en medio de ese caos, y además no paraba de pensar como le diría a mi hermana que la escuela era el peor lugar para su hija, sobre todo porque al parecer yo se la había recomendado.
Yo podía ver a mi sobrinita en un rincón tranquila y callada jugando con unos dinosaurios, sus juguetes favoritos.

Noche de sueños raros.

Minnie Flores




¡SOY SONÁMBULA!


Estábamos en la segunda semana de junio 2020 y seguíamos en cuarentena. La semana pasada el gobierno había levantado algunas restricciones de movilidad y las personas se desbocaron a las calles, a las playas y al interior del país. Mientras tanto los casos de Covid-19 empezaban a aumentar producto  de la apertura  anterior  de un primer bloque o  grupo de  comercios y actividades, lo que llevó a  que más personas salieran a  las calles. Tomando esto en consideración y viendo el movimiento y poca consciencia de muchos el gobierno decidió revertir las medidas por lo que nuevamente estábamos en cuarentena y con  restricciones de movilidad,  por hora y sexo. 
Dentro de todo este proceso la vida continuaba para la mayoría, algunos reinventándose y otros simplemente resignándose, confiando en  que pronto todo esto pasará.

Mi semana estuvo cargada de anécdotas graciosas. Una noche mientras dormía a mi hija, sí aún lo hacemos, nos acostamos con los niños, oramos, rezamos, agradecemos y los llenamos de besos y abrazos, hasta que se queden dormidos, no cambiaría esta sensación por nada. ¡Momentos de felicidad mientras aun son niños! No considero que estamos  consintiendo demasiado a nuestros hijos,  más bien los estamos llenando de amor, un niño que se siente amado,  crece siendo una persona bondadosa e independiente, porque solo sabrá dar amor. Mis hijos son educados, obedientes, excelentes estudiantes, hijos y nietos amorosos, creen en Dios y en la Virgen, y viven sin miedos ni angustias. La niña tiene 10 años y el niño 12 años. En todo este tiempo de confinamiento han estado tranquilos, relajados, y han seguido sus vidas de forma normal, las clases virtuales han ayudado muchísimo a ocupar su tiempo en asuntos productivos y no tantos juegos electrónicos. Llegará una etapa, está muy cerca,  en las que serán ellos mismos  los que nos dirán nos vamos a nuestros cuartos.  ¡Hasta mañana, los amamos!

La hora de dormir era a las 9:30 p.m. Mi esposó acompañó al varoncito, y yo me quedé con la niña. El tema fue que cuando pensé que ya se había dormido (15 a 20 minutos usualmente)  me levanté lentamente para ir a mi cuarto, de inmediato me agarró, como si tuviera un sensor de movimiento, y me abrazó. Me quedé a su lado. Esto sucedió dos veces más así que decidí dormirme. Me  desperté al ver que mi hija se estaba levantando, pensé que iba para el  baño, sin embargo se puso a buscar algo en medio de la oscuridad, le pregunté ¿qué estás buscando?, ´¿que haces? Y me respondió:  Me voy a poner talco. ¿Talco? alcé la voz, y le dije, nada de talco, te acuestas inmediatamente, regresa a la cama. Ella obedeció, se metió en la cama y siguió durmiendo. Nunca estuvo despierta. Me dio mucha risa, y me dije: ¡Esta niña es un caso, hasta dormida quiere estar olorosa! Le encanta ponerse perfumes, cremas, y también talco. 

Después de un rato me fui a mi cama, aún no era media noche, y sentía que habían pasado horas. Me dormí. Me volví a despertar cuando escuché sus pasos, era mi hija nuevamente, se acercó y me dijo, me siento rara, no puedo quedarme dormida. No podía ser, así que prácticamente la regañe y le dije, apaga todo en tu cuarto y ven a dormir con nosotros. Eso hizo, y se durmió plácidamente. 

Al día siguiente, le comenté sobre el tema del talco, ella no recordaba nada, se echó a reír y me dijo, ¡Soy sonámbula!

Me sentía agotada no había dormido bien, no estaba acostumbrada a este tipo de trasnochada, pues después de que los niños se quedaban dormidos me pasaba a mi cama y ellos dormían en sus camas hasta el amanecer sin ningún problema. En este tiempo de cuarentena alguna noches hemos dormido los cuatro juntos, después de algún juego de mesa hasta tarde todos quedamos rendidos. #cosasdecuarentena


Minnie Flores





domingo, 7 de junio de 2020

ORDENAR LOS JUGUETES


Después de haber pospuesto por meses, la hora había llegado, era el momento de tirarnos al piso, mirarnos  a la cara y preguntarnos por dónde empezar. Debíamos sumergirnos en las profundidades, olvidar el sentimentalismo y los apegos, y finalmente dejar lo que realmente sería utilizado. Sí, estoy hablando de organizar el área de juegos de los niños, más bien de mi niña de 10 años,  con el tiempo ella se había apropiado del lugar. El espacio era pequeño, había juguetes regados por todos lados, muñecas de todo tipo, Barbies, American Girls, Baby Alive y todos sus accesorios desde  cocinas, casas y autos, además de libros,  cestas con verduras, platitos, y cada cosa encima de la otra. No se podía caminar. Totalmente desorganizado. Qué desastre!

Era el momento de poner orden, por mucho tiempo  había tratado de no mirar hacia allá, sabía que mi hija jugaba casi todos los días y no quería guardarle nada. Luego me acerqué y le dije: Puedes tener todos los juguetes que quieras en esta área, pero deberás tener todo ordenado. Como siempre yo la ayudaría.  Empezamos a las 12:00 p.m., la misión era clasificar todos los juguetes,  ubicarlos en sus respectivas cajas, dejar, donar y tirar. Igual los que se quedaban debían ser clasificados
para cuando fuera a jugar solamente sacaba lo que quería, y al terminar, recoger y guardar. Parecía un trabajo fácil, pero nos tomó varias horas. Terminamos a las 6:30 p.m. La tarea se hizo difícil porque todo estaba mezclado. Mientras avanzábamos me preguntaba cuándo sería el momento en  que me dijera estoy cansada y me dejara sola en medio del caos, de pequeñita lo hacía, y como yo entendía que estaba cansada la dejaba ir o la ponía a jugar con algo mientras yo continuaba con la faena, pero nada de eso sucedió, ella no se movió de mi lado, es más algunas veces era quién dirigía y me daba ideas. Mi niña había crecido y madurado, pero aún le  gustaba jugar con sus muñecas, que maravilla!

Esta área había sido decorada inicialmente como el área de entretenimiento de los niños, había un televisor, dvd, y con tanto juguetes por todos lados parecía más bien un depósito.  El área quedó irreconocible, todo despejado y ordenado, con el espacio suficiente para jugar. Esa misma noche después de cenar volvimos al área de juegos, pero esta vez a ver vídeos de cuando eran chiquitos, vio su primera presentación de ballet y otros de sus presentaciones en preescolar, estaba encantada viéndose tan pequeñita y recociendo en esas caritas a sus compañeros de la escuela. La alegría se le desbordaba. Aproveché para recodarle lo importante y lo bien que nos hace mantener todo limpio y ordenado, el ambiente se llena de alegría y hasta sentimos que el aire estaba más puro, pero que esto no sucede solo, somos los responsables de mantener dicho orden. 

Minnie Flores

sábado, 30 de mayo de 2020

UN SÁBADO ESPECIAL



Sábado 30 de mayo de 2020, sin duda un sábado especial para recordar. Nos levantamos temprano y cosa rara en mi, sentí deseos de ejercitarme, nunca lo hago los fines de semanas. Mientras tomaba mi café me decidí, lo haría. Rápidamente preparé el espacio. Mi esposo aprovecharía para ir al supermercado por unas cuantos productos que necesitábamos. Mi hija al verme muy entusiasmada preparando todo para la rutina, decidió hacerla conmigo. Me conecté al vivo en YouTube y nos pusimos a hacer nuestros ejercicios con Fausto Murillo. Intenso para ser sábado pensé,  yo tenía más resistencia, estaba acostumbrada a sus rutinas,  pero mi hija no, así que hizo una buena parte y luego buscó su Mini Ipad, puso música y se empezó a bailar. Yo pude terminar a duras penas, estaba agotada de las clases de la semana, me dolían hasta las uñas. Al finalizar, me sentí feliz, y llena de energía, primera vez en la vida que hago ejercicio un fin de semana. ¡Cosas de cuarentena!

Justo a tiempo terminé y pude unirme al  Rosario por el fin de la pandemia presidido por el Papa Francisco desde la réplica de la gruta de Lourdes, en los Jardines Vaticanos, rezar me llenó de paz y alegría, sobre todo en estos momentos en que el mundo necesita tanto  de la misericordia de Dios. Fue muy lindo, al final el Papa dio unas palabras en español para la comunidad habla hispana. Me sacó una sonrisa. 

Después del almuerzo todos nos preparamos  para ver el lanzamiento del cohete Falcon 9 de la empresa  SpaceX, a medida que se acortaba el tiempo para el despesque, yo sentía una emoción, más bien nerviosismo, solo de imaginarme ahí en esa cápsula que me mandaría al espacio exterior. Los astronautas lucían tranquilos. Me dije:  ¡Jamás viajaré al espacio, moriría antes del lanzamiento!. Me aterran los espacios pequeños y encerrados.

Mientras esperábamos por el histórico momento por CNN podíamos ver el sinnúmero de protestas en Estados Unidos, miles de personas en las calles, unos con mascarillas  otros sin nada, sentí un tufo a muerte paseándose entre ellos, el Covid19 estaba ahí, Dios los guarde. Estaban protestando contra el racismo, gritaban como consiga #BLACKLIVEMATTER pero se exponían de tal manera que parecía que ni su propia vida  les interesaba. Todas las vidas son importantes, negras o blancas.

Vimos paso a paso el despegue del cohete y como se fueron desprendiendo algunas partes una vez consumido el combustible, todo bien calculado, hasta que la Crew Dragon de  agencia SpaceX de Elon Musk siguió su curso hacia  a la estación Internacional de la NASA.

Pasada la emoción del lanzamiento los niños subieron a jugar y yo seguí con la lectura de El Peso del Corazón, de Rosa Montero, tenía varios días leyendo, pero no me había enganchado tanto, así que el ritmo de lectura ha sido un poco lento. Me preparé un té, y empecé a leer. La tarde estaba envejeciendo y unas chispitas de agua se colaban por mi ventana llegando hasta mi cara, las sentía como pullitas de caricias. ¡Que relajante!Un manto espeso y blanco de lluvia cubrió con fuerza la ciudad. Yo estaba más que feliz, amo los días lluviosos sobre todo cuando tengo un  libro entre mis manos. Mi esposo a mi lado trabajaba en su computadora. La compañía perfecta!

Más temprano había pedido unos postres a una vecina que tiene una Pastelería.  Estaba metida en los enredos de la detective Bruna cuando me avisó que podía ir a buscarlos a su apartamento. La chica que trabaja en casa fue por ellos. Cuando vi las delicias me arrepentí de haber tomado el té tan temprano, era perfecto para acompañar mi flan o quesillo como le dicen los venezolanos. Los niños bajaron por sus postres y rápidamente todo desapareció. 

Me puse a  revisar mi celular y vi un anuncio que nos había enviado una amiga, emprendedora, empresaria, estaba promocionando sus productos, tequeños, empanadas, pastelitos, este no era su negocio,  pero estaba reinventándose en medio de la pandemia.  Ya le habíamos comprado antes y todo estaba delicioso. Le hice un pedido de empanadas y quedamos en que me las haría llegar y así fue. Lo bello de este pedido, además de lo bien que se veían las empanadas,  fue la notita, una cartita diría mi hija, que me escribió de su puño y letra.  "Un abrazo a la distancia.  Gracias." Me alegró tanto recibirla, y recordé que hacía mucho tiempo que nos vemos, a pesar de vivir cerca, por el confinamiento, pero el cariño sigue intacto entre nosotras. Somos un grupo de seis bellas mujeres, por dentro y por fuera, acostumbradas a reunirnos frecuentemente. Las últimas conversaciones han sido por Zoom o videos llamadas, gracias a Dios teníamos esta opción. Que más se podía pedir? Tenía tanto que agradecer en un solo día.  Me sentí infinitamente bendecida. 

Que bello es transformar con palabras un simple pedazo de papel en un abrazo, en una muestra sincera de agradecimiento y amistad. El poder de las palabras es infinito, tan infinito como el alcance que tienen,  cuando son escritas desde el corazón.

Minnie Flores 








lunes, 25 de mayo de 2020

UN DÍA A LA VEZ




Ya sabía que el trabajo de ama de casa no tenía fin. Soy de las personas que necesito tener todo limpio y ordenado.  Hace un par de años me quedé sin ayuda en casa por más de dos meses, con dos niños pequeños que al regresar de la escuela tenían varias actividades extracurriculares, y no faltaron a ninguna de esas clases. Mi esposo por su trabajo no tenía tiempo para ayudar en ningún tipo de oficio, pero yo, mamá,  podía tenerlo todo listo y además  estar lista para salir corriendo y estar a tiempo en cada actividad.  Fue muy pesado, pero tocaba y lo hacía con gusto y sin quejas. Pensaba en mi mamá que crió a sus cinco hijas sola y sin ningún tipo de ayuda. 

Gracias a Dios en todos estos días de cuarentena la chica que trabaja en casa se ha quedado con nosotros todo el tiempo, y ha salido cada mes. Y este fin de semana tenía su merecida salida. Debo agregar que es como parte de nuestra familia, le tenemos un gran cariño y aprecio, y todas las consideraciones que se merece. Es servicial, hacendosa y muy responsable.

Lunes 25 de mayo de 2020.

 Me levanté a las 6:10 a.m. a preparar el desayuno a los niños que tenían sus clases virtuales a las 8:00 a.m. Para aprovechar el tiempo mientras bajaban, busqué toda la ropa sucia que había del fin de semana para ponerla  a lavar, parecía que no se lavaba en semanas. ¡De dónde salió tanta! Puse la lavadora después de clasificar colores y texturas, lo usual. La máquina empezó a hacer su trabajo, en eso bajaron los niños y el desayuno ya estaba listo. Nada complicado,  yogourt griego, miel de agave, nueces, granola y canela. Salchichitas de lata, no las comen usualmente, solo cuando quiero hacerles algo rápido. Una rodaja de pan tostado con un toque de mantequilla ghee, y unos cuadritos de manzana. Agua para los dos. Comieron, agradecieron y subieron a prepararse para sus clases.

Decidí hacerme un café en mi máquina,  ya tenía lo tenía listo, en eso  bajó mi esposo y le pregunté si quería uno para despertarse antes de hacer sus ejercicios. Me respondió que sí, así que le dí el mío. Yo ya había bajado lista con mi ropa de hacer ejercicio, todas las mañanas en estos días de cuarentena que no puedo ir al gym, hago la rutina en vivo con Fausto Murillo a las 8:30 a.m. ¡Excelente!

Recordé que debía organizar el almuerzo, saqué una entraña, unas yucas, además  un hígado de res para mi. ¡Me encanta! Saqué todo esto de la nevera para que se fuera descongelando. Sentí que faltaba algo, así que puse a cocinar unas lentejas, a mis hijos les encanta. Todo en marcha. Miré hacia la lavandería y vi una  ropa que había lavado el sábado, debía doblar y ubicar todo en cada cuarto. Wao, ahora sí me pregunté de donde salía tanta ropa, sólo había pasado un día sin lavar, el domingo. Bueno, manos a la obra me dije.

Organicé toda la ropa y la ubique en su lugar. Mi casa tiene doble altura así que ya estaba calentando para mi rutina, subiendo y bajando las escaleras. Cuando subí la ropa vi que por bajar rápido  no había arreglado la cama, así que de inmediato la arreglé. !Lista, perfecto!

Ya casi eran las 8:15 a.m. Me preparé mi café y una bebida de Vivri, Power Me, que tomo durante el entrenamiento me da energía y me hidrata.  En eso que saqué el mat, las pesitas y la toalla, escuché que la lavadora había parado.  Así que me apresuré y dejé la ropa en la secadora antes de iniciar la rutina de ejercicios.

En un receso del entrenamiento me percaté que la secadora no estaba haciendo ningún ruido, me asomé y en efecto estaba apagada. Dudé en ese momento si en verdad la había encendido. No tengo buena memoria, menos cuando estoy apurada. Ahora, consciente y presente la  encendí, y salí corriendo a seguir con mi rutina. Estaba empapada de pies a cabeza, hoy tocaba hacer glúteos, y piernas. ¡OMG! ¡Que fuerte máquinas! Como dice Fausto.

 Casi estábamos por terminar la clase del día cuando mi esposo bajó, le pregunté si ya había terminado su rutina, me dijo que no,  aún le faltaban 20 minutos. Nuevamente me percaté que la secadora no estaba haciendo ruido, fui a  revisar y estaba apagada. Algo pasaba, traté de encenderla y no arrancaba. Se había dañado. Traté de recordar si tenía algún contacto de técnicos autorizados, pero los que tenía al parecer habían cambiado sus teléfonos. Bueno después revisaría, debía continuar con mis ejercicios.

Finalmente terminamos, estaba agotada y más que sudada. Eran las 9:50 a.m. Justo en ese momento bajó mi esposo a desayunar, ya le  tenía un  salmón ahumado que había sacado más temprano, queso cocottage y unas sanísimas que son unas galletas de maíz bien ricas. Y además le hice un licuado con una piña que tenía congelada.
Yo comí, salmón y queso cottage  https://es.wikipedia.org/wiki/Cottage_(queso)
Después de  hacer  los ejercicios no me daba mucha hambre.

Ya casi estaban listas las lentejas. Me puse a sacar la ropa que tenía en la secadora, estaba mojada, y empecé a colgarla por toda la lavandería, por suerte hacía calor y el sol estaba en su punto. En eso se me hicieron casi las 11:00, así que empecé a organizar el almuerzo. Limpié la entraña y le puse sal, de modo que solo tuviera que ponerla en la parrilla cuando fuera a cocinarla. Limpié una lechuga y unos tomates para la ensalada. Y puse agua para hervir la yuca. Pensé en subir y bañarme, pero aún no había limpiado los cuartos, quería barrer y trapear, solo eso y ordenar un poco. Vi la hora y supe que tendría tiempo, subí corriendo armada con un trapeador, recogedor, trapos y desinfectante. Empecé por mi cuarto, recogí la basura del baño, y coloqué bolsitas limpias. Limpie los lavamanos, barrí, y trapee todo. Igual operación en el cuarto de mi hijo y mi hija, pasillos, y escaleras. En eso mi hijo me dice mamá tenía  hambre, me apresuré, y a las 12:30  había terminado, ya estaba lista para hacer el almuerzo.
Las yucas estaban listas, las había dejado cociendo antes de subir.
Puse la entraña y en menos de 15 minutos todo estaba listo. Hasta mi hígado encebollado.
Serví y comimos juntos, el primero en terminar fue mi esposo, comió rápido, había tenido dos consultas virtuales después del desayuno, y debía ir al hospital a ver a otro paciente. Se fue enseguida.
Los niños terminaron, dijeron te amo mamá gracias, estaba todo rico,  y subieron, la niña a terminar sus tareas y el niño a jugar.
Mientras terminaba de comer la ensalada, sola,  observé todo el trastero que tenía por  recoger, la cocina sucia, llena de grasa por la entraña, el piso lleno de migas, y me dije ahora que es que empiezo a limpiar. Ya era la 1:30 p.m.

Recogí y fregué todo, no quise usar el lavaplatos, y limpie la estufa. Barrí y trapee la cocina. Todo quedó impecable como si nadie hubiese pasado por ahí.

Eran las 2:30 p.m cuando subí a mi cuarto. Me sentía agotada, ya me pesaban los años, y la falta de costumbre en estos quehaceres. Puse el aire, mi difusor de aceites esenciales  y entré a bañarme. Me tomé mi tiempo en el baño, dejé que el agua caliente cayera abundantemente sobre mis hombros que estaban tensos.

Salí y me acosté un rato y me puse la bolsa caliente en la espalda, sentía dolor y tensión,  mientras rezaba la divina misericordia en vivo desde Youtube,  ya eran las 3:00 p.m tengo una alarma, para rezarla todos los días. Me sentí tan bien, feliz y agradecida. Luego recé un rosario al sagrado corazón de Jesús. Y luego me dormí. Desperté a las 4:45 p.m. Recordé que había dejado unas toallas en la lavadora, bajé a colgarlas y aproveché para ver si la pechuga que había sacado para la cena ya se había descongelado. Todavía le faltaba un poco. En eso que iba saliendo de la cocina, miré hacia el microondas y vi el vidrio empañado con algo de grasa, se notaban unos  deditos marcados, tomé un trapo y un limpia-grasas  y procedí a limpiarlo, quedó reluciente.

Volví a mi cuarto, me dieron ganas de recordar este día, así que busqué la computadora y empecé a escribir. Redacté toda esta entrada, tuve que parar para bajar a hacer la cena, ya eran las 6:30 p.m. La hora me indicaba que mi esposo estaba por llegar, había ido a recoger a la chica que trabajaba en casa ya le tocaba regresar, gracias a Dios, había salido el viernes en la tarde.

En lo que sazoné la pechuga con culantro, ajo y sal, empezó a caer un torrencial aguacero, quise saber si ya estaban cerca, todo estaba blanco y no se veía bien. No es bueno conducir así, llamé a la chica y me dijo que ya estaban llegando. ¡Que bueno! La lluvia, el cansancio y la noche me dieron ganas de tomarme una copita de vino, busqué en nuestro bar una botella de vino blanco y me serví una copa. Encendí una vela aromática. Las pechugas estaban listas.

Mi esposo llegó corriendo, tenía una conferencia  a las 7:00 p.m. Le pregunté si iba a cenar de una vez, me dijo que sí. Subió a bañarse y dejó los zapatos y la ropa de hospital abajo. Desinfecté los zapatos y puse la ropa a lavar en agua caliente de inmediato.

La chica empezó a ayudarme a terminar la cena, y a fregar, me había traído guanábanas de la casa de su prima. Me contó que  la había pasado muy bien allá con su sobrina, que es casi su hija. Bueno, pero el deber la llamaba, le tocaba regresar,  era su trabajo, y gracias a Dios tenía uno aunque fuera el más difícil de todos, ese que no tenía fin. ¡Y yo sí que lo sabía!

Los niños y mi esposo cenaron. Saqué la ropa de mi esposo recién lavada y la colgué. Me serví otra copa de vino blanco y subí a terminar mi entrada. Ya eran las 9:00 p.m.

Mi esposo terminó su conferencia, y vino a decirme que al día siguiente debía  ir temprano a la  casa de su mamá para ayudarla a subir al transporte que la llevaría  a su quimioterapia. Este era un nuevo servicio para personas discapacitadas o con problemas de movilidad, como era el caso de mi suegra.  Aproveché y le conté el asunto de la secadora y que al día siguiente vendría un  técnico a revisarla  ¡Bendito Dios! Y me preguntó, ¿llamaste a la administración para avisar que vendrá?, ¿Traerá mascarilla? Le respondí que no, se me había olvidado, además había estado ocupada todo el día, y apenas a las 4:00 p.m. fue que  confirmó  que vendría.  No me acordé de la administración, ni de la mascarilla, ni que estábamos en tiempo de Covid-19. Yo solo quería reparar mi máquina. Él respondió:  mañana temprano avisaré a la administración, sino no lo dejarán pasar.
 OMG! Su tono de voz me  sonó, a regaño. A un, ¡que olvidadiza eres!
Relajada, seguí disfrutando mi copa de vino. Un día a la vez, me dije.

Y así terminó mi día gracias a Dios.








domingo, 24 de mayo de 2020

Nuestra Cuarentena Covid-2019 Panamá





Nuestra cuarentena  ha sido discreta, llena de momentos memorables y sin muchos ruidos hacia afuera, pero bulliciosa entre las cuatro paredes de nuestro hogar. Risas, cafés, ejercicios, recetas, juegos con los niños, cenas románticas, conciertos, baile, y hasta lágrimas.  He tomado muchísimas fotos, soy de las que todavía  imprimo y hago mis álbumes  a la antigua. ¡Me encanta hacerlo! No he compartido casi imágenes en las redes, no critico a quienes publican sus platillos y actividades a diario, pero  no me nacía hacerlo, en esta ocasión sentía que éstas vivencias nos pertenecían, más que nunca,  a nuestro entorno íntimo y familiar.  Somos una familia unida, acostumbrados a estar juntos, pero nunca habíamos pasado tanto tiempo disfrutándonos sin prisas como lo hicimos en este confinamiento. 

Tenemos la bendición de vivir en un apartamento grande,  espacioso,  con terraza al aire libre, donde podemos ver en las noches, la luna y las estrellas,  la ciudad dormida y  silenciosa,  y en  el día el verdor del Parque Omar, el mar, y una gran parte de la ciudad, nuestro hogar es cómodo y confortable. 

Para nosotros la  cuarentena empezó voluntariamente, al menos para los niños y para mi,  desde el 11 de marzo de 2020, mi esposo es  médico cirujano de columna y aunque no estaba al frente en línea de batalla, igual debía ir a la clínica por urgencias, y también hacía consultas virtuales desde casa. Antes de que decretaran cuarentena absoluta los niños y yo teníamos casi un mes sin salir, y una vez decretada solo salí para ir al supermercado, 4 veces en lo que va del  confinamiento.

Después de mes y medio de estar en casa mi hijo de 12 años  requería urgente un corte de cabello, y aprovechamos para llevarlo, a él y su a su hermanita,  a casa de la abuela, mi suegra,  ahí el  primo mayor le hizo el corte y  a pesar que no es experto le quedó bien. Pasaron un bello momento con su abuelita que estaba más que feliz de verlos y hasta hornearon un pastel. 

Una noche de abril escuchamos a nuestra hija de 10 años  gritar asustada, corrimos para ver que sucedía, resultó que una mariposa negra había entrado por alguna de las ventanas, ella les tiene terror. Su papá salió al rescate, fue un enfrentamiento fuerte, nosotros tres nos quedamos encerrados en nuestro cuarto y nos cubrimos con la sábana y él afuera combatiendo con el monstruo. Después de escuchar varios ruidos y corredera, él entró y nos dijo, la he vencido. Formamos una algarabía, y no parábamos de reírnos, la niña dijo: ¡Papi eres mi héroe!🥰 Esa noche y otras más, dormimos  juntos los cuatros️ y recordamos  aquellos momentos cuando de pequeñitos  casi nos tiraban de nuestra cama a media noche. 

Por primera vez en 16 años de casados, leímos el mismo libro, con Ardientes Fulgores de Gloria, de Juan David Morgan, una manera distinta de conocer nuestra historia. Mi esposo tenía el libro en papel  y yo en mi MiniIpad, en una semana lo terminamos y lo comentábamos a diario  mientras tomábamos un café en nuestra terraza. 

En cuanto a mi:
He escrito dos cuentos y varias poesías. 
Me puse el tinte yo misma porque las canas no me daban tregua, me costó un poquito, pero me quedó bien.
Tomé un curso virtual del Inac,  Escribe, Publica y Vende con Carlos Winter, preciso e interesante, se los recomiendo👌 https://www.youtube.com/watch?v=CIpbPMOpVi0&t=33s
Asistí a talleres en vivo con Rosa Montero, http://escritoras.com/escritoras/Rosa-Montero  mi autora favorita. 
Sembré  y coseché  culantro.
Me he ejercitado a diario con Fausto Murillo en vivo https://www.turbosteps.com/  y he sudado como nunca, ni siquiera en el gym era tan aplicada. 
He hablado, más que nunca, con mi madre y mis hermanas que están en Chitré.
A pesar de que tenía a la chica que trabaja en casa  algunos días me metí a la cocina  e hice Cinnamon Rolls, arroces, cremas y nuevas ensaladas, mi especialidad, ricas, variadas y saludables. Me gusta cocinar. 
Entre marzo y abril leí 5 libros:  Pedro Páramo, Orgullo y Prejuicio, Con ardientes Fulgores de gloria, Elogio a la lentitud y El Arte de ser feliz. Y ahorita entre manos Lágrimas en la lluvia, de Rosa Montero.
He bailado sola y también acompañada, con mi esposo y mi hijo.  
En Twitter, me he enojado e entristecido  leyendo la ignorancia, la falta de respeto y empatía de mucha gente. ¡Que poco importan los demás!
En Facebook, me hice varias  preguntas ¿realidad, fantasía  o apariencias?
Con algunos memes me reí y otros me parecieron crueles. Para bien o para mal la creatividad del ser humano no tiene límites! 
Con los noticieros me abrumé, compadecí  y hasta lloré viendo la cantidad de muertos y las   imágenes de los  hospitales colapsados en el mundo. 
He visto un par de películas en Netflix, mis favoritas son  las basadas en libros de Literatura Inglesa, y novelas de  Jane Austen, Las Hermanas Brontë etc, las  series no son lo mío. 
Abandoné las redes y las noticias  por varios días para  reencontrarme con algunos libros que ya había leído.
Me gocé la  serenata en vivo para las madres de Marco Antonio Solís,https://www.youtube.com/watch?v=D2sA3fYCZao  y disfruté el en vivo con Juanes y Fonseca,  pero el artista ganador de  nuestra cuarentena a sido Omar Alfano, este señor con su música vive y hasta ha viajado con nosotros, nuestros  hijos desde pequeñitos cantan y bailan  sus canciones, la favorita de mi niño grande es Verano en Estambul. En la cara de la luna siempre me saca las lágrimas, que canción tan desgarradora, bella y profunda. Un hombre enamorado https://www.youtube.com/watch?v=adz2ypa294w es la favorita de mi esposo, y por supuesto la mía. Hemos estado en primera fila en  cada en vivo que ha realizado  y  nos hemos  sentido en un  ambiente de fiesta, amor, familia y alegría. 

A pesar de tantas actividades y camaradería, no todo ha sido color de rosa para mi, en algún momento (pocos gracias a Dios) también he llorado, me he sentido sola,  perdida en mi propia casa, mi hija ha  tenido que usar mi computadora, y mi estudio es  su salón de clases, mi esposo ha convertido el den en  el gym familiar, y mi hijo ha usado su  cuarto como salón de clases en las mañanas y en las tardes como área de juegos con sus amigos y yo como una pieza de rompecabezas colgada en el aire, melancólica, buscando donde encajar, algunas veces en la cocina, otras en la sala, y así deambulando con mis hormonas nostálgicas por cada rincón se me pasaron algunas mañanas sin darme cuenta. No todos los día me he sentido feliz, con o sin motivos, he tenido mis momentos de tristeza y  frustración. 

Lo demás datos, fechas y medidas de la cuarentena en mi país son públicos  basta con buscar cronología de cuarentena en Internet por país y aparece la información: ley seca, cierre de actividades comerciales, suspensión de clases, etc. 

Ya están empezando a reabrir ciertas actividades y comercios,  ahora nuestra seguridad depende de nuestro propio cuidado y responsabilidad. Si no somos capaces de proteger nuestro templo, nuestro cuerpo, y a los seres que más amamos estamos en serios problemas.

Minnie Flores 




lunes, 18 de mayo de 2020

EL PODER DE LA MENTE

Siempre me ha interesado todo lo relacionado  con el poder de la mente y los pensamientos; buenos o malos  tienen igual intensidad,  con la diferencia que los primeros nos causan bienestar y felicidad y los segundos angustias y preocupaciones anticipadas, lo que genera una carga de estrés y hasta  enfermedades.  

Debemos tener claro que los pensamientos negativos son hijos del  miedo, real o no, este es la raíz de todos nuestros males, pues  desencadenan una estampida de emociones incontrolables que terminan perjudicando nuestra salud. En cambio los pensamientos positivos o de amor de una manera milagrosa nos  sanan y liberan, nos dan confianza y seguridad en el mundo y en nosotros mismos.

Para dar un ejemplo claro, les comparto una experiencia reciente. Recibí  una llamada de una persona muy querida, familiar, para contarme que se había realizado la prueba del Covid-19, aun  sin tener síntomas relacionados a esta enfermedad estaba descartando estar infectada.  Desde hacía un par de semanas tenía mucho dolor de espalda y en los brazos, y una amiga le comentó que dos conserjes de su edificio presentaron los mismos síntomas y al realizarse la prueba salieron positivo.

Ella ya venía angustiada porque además de los dolores que presentaba, también había notado  un bulto, una pequeña masa en el hombro, al principio pensó que sus dolores se debían a este descubrimiento, pero ya se había realizado un ultrasonido  y resultó que era una bolita de grasa encapsulada, nada serio.

Una manera de encontrar la causa de sus dolores y calmar su ansiedad fue realizarse la prueba del Covid-19. Por supuesto que le salió negativo.

Su mente no paraba de decirle que algo no estaba bien en su  cuerpo y de seguro debía ser algo grave y tenía que encontrar lo que era cuanto antes. Estaba pensando realizarse varias radiografías para encontrar la raíz de sus malestares. Trajo a colación que hacía siete años se colocó implantes de mamas y  me comentó que si descubría que esa era la causa de su dolor de espalda se las quitaría, no pude evitar reírme y hasta hicimos bromas de lo tanto que había sufrido con la cirugía, pero lo bien que le habían quedado  y lo feliz que estaba con sus niñas adoptadas, nos reímos a carcajadas. En tono serio le dije que de ninguna manera permitiría que cometiera esa locura, así que mejor buscará otra razón. 

Traté de calmarla, de hacerla ver que tenía muchas razones para presentar esos dolores, con la cuarentena absoluta trabajaba medio tiempo, así que pasaba mucho tiempo acostada viendo tv, o usando el celular, había subido de peso, las noticias del mundo no ayudaban para nada a tranquilizarnos, y era hasta normal el nivel de angustia en todos. Además ya no tenía 30 años, los huesos y los músculos no son los mismos a esa edad que a los cincuenta y tantos. En pocas palabras  le insinué  que eran  achaques de viejos, que debía tomar vitaminas, hacer ejercicios y cuidar sus pensamientos, pues el estrés la estaba afectando y lo peor era que no se daba cuenta. 

Las enfermedades y los dolores son reales, de eso no hay duda, pero debemos tener presente que nuestra actitud y nuestros pensamientos ayudan a sanar o a empeorar la situación, esto ha sido más que demostrado científicamente.  Nuestra salud emocional y hasta la física depende, aunque algunas personas no lo crean, de lo que vemos, escuchamos y pensamos a diario. Bien lo decía Louise Hay "Cada cosa que pensamos está dándole forma a nuestro futuro"

Así que a cuidar nuestro cuerpo con buena alimentación y ejercicio y nuestra mente con oración, frases y temas positivos.





martes, 12 de mayo de 2020

REUNIÓN DE PADRES PRIMER GRADO.


La escuela de mis hijos organizó una reunión para padres de primer grado. Los maestros de cada materia se presentarían y hablarían sobre el método de enseñanza que estaban utilizando. Entre los padres las  quejas estaban por todos lados y aún la reunión no había empezado. La mayoría coincidían en que no había buena comunicación por parte de  la escuela.  Demasiadas tareas y trabajos que hacer en casa de un día para otro. Sentían que ya  no tenían vida propia. No podían salir a pasear con sus hijos los fines de semana. No podían tenerlos en actividades extracurriculares por la gran cantidad de trabajos escolares.  Yo escuchaba callada porque no era mi caso. No tenía ningún problema con mi hija.
Una vez la reunión inició  las quejas se hicieron formales. Las personas que pedían la palabra era para comentar lo que no les gustaba, la mala organización, la falta de comunicación, el exceso de tareas y trabajos para hacer en casa. Hasta que una madre, amiga mía, se levantó y comentó que no era su caso. Era simplemente asunto de organización por parte de los padres. Todos teníamos responsabilidades y múltiples ocupaciones, pero organizándose todo se podía hacer. Comentó que ella hacia las tareas el fin de semana con sus hijos una vez que recibía la guía semanal. Que no era cierto que las tareas eran asignadas de un día para otro. Los niños que llevaban tareas a casa durante la semana era porque no la habían terminado en su horario de clase. Cada padre debía decidir si las hacia el fin de semana, o las hacían por día. Pero eso dependía de cada familia. Y el punto final que puso a la mayoría histéricos,  padres y madres, fue cuando dijo que para ella no eran demasiadas cosas. No sentía que estaban sobrecargando a los niños. Claro que tenían que dejarles tareas es parte de su formación, crearles un hábito de estudio. Están en primer grado y están aprendiendo a ser responsables, finalizó diciendo. 
Después que mi amiga terminó de hablar, muchas  mamás  pedían la palabra y  también algunos padres. Se levantó una señora que le faltó poco para llorar. Se notaba molesta.  Según ella le estaban robando la alegría a sus hijos, porque todo no era estudio, todo no era escuela, ya no podían ni jugar. Ni siquiera pensar en ir  a la playa o a comer fuera de casa, todo era estudio. Era excesivo. Y no estaba de acuerdo para nada con lo que acaba de decir mi amiga. Casi, casi la aplauden.
Fue entonces  cuando ya no pude más. Todos tenemos derecho a dar nuestra opinión y eso se respeta. Cada familia es un caso distinto. Pero usualmente noto que solo alzan la voz los que no están conformes. Los que se quejan. Los que sacan una lista enorme de lo que está mal. Los que estamos bien, callamos y escuchamos. No debe ser. Alcemos la voz, demos a conocer nuestro punto de vista, tenemos el mismo derecho de hacerlo.  Yo no tenia ningún problema con la escuela. Es más estaba muy satisfecha. Mis hijos estaban aprendiendo y eso lo veía día tras día. Nosotros somos el mejor termómetro para medir sus conocimientos. Pedí la palabra y dije que estaba de acuerdo con mi amiga. Que en nuestro caso, gracias a Dios todos los fines de semana nos íbamos para la playa, antes de irnos adelantábamos las tareas del lunes y martes. En ningún lugar decía que el fin de semana, dos días, tenían que hacerlo todo. Que para mí  la comunicación era buena. Mi hija traía sus cuadernos y libros, prácticamente no traía ninguna tarea extra en la semana. No tenia nada de que quejarme. Les aconsejé de dejar de estar viendo los grupos de chat de otros salones. Eso solo empeoraba las cosas. Que dejaran de comparar a las maestras. Y que me parecía que el material que estudiaban iba totalmente acorde con el grado, ya que varios  dijeron que la información era demasiado avanzada, para niños más grandes. No estuve de acuerdo.
Al parecer a mucha gente no le agradó mi comentario. Inclusive en el grupo de chat de mi salón al día siguiente una señora comentó de manera burlona que habían mamás que hasta se iban para la playa, y que sentían que todo estaba perfecto. Que de seguro estábamos en otra escuela. O que seguramente nuestros hijos eran unas lumbreras.
Cuando leí esto, no me molesté, solo reflexioné. Había caído en lo mismo. Hablé de más, así fuera algo bueno.  Me salí de contexto. No  debí decir lo de la playa, a nadie le interesa que hago o dejo de hacer. Aunque es cierto que lo hago. Cómo  me organizo para tener todo al día y vivir totalmente relajada y poder disfrutar de mi familia es asunto mio. También comprendí que vivimos historias distintas. Mientras yo no tengo un horario que cumplir y soy dueña de mi tiempo, la mayoría si. Viven tratando de ganarse la vida día a día, luchando, haciendo de tripas corazón con su tiempo. Llegan en la noche a sus casas, quizás cuando sus hijos ya duermen. Ese no es mi caso gracias a Dios. Yo siempre estoy ahí para ellos. Sentí  tristeza por la señora que me criticó y entendí que su vida es muy distinta a la mía. Lo supe por todo lo que escribía, su vida parecía un caos. Ni treinta horas al día le alcanzaría para todo lo que hacía. Pero jamás me tomo nada personal. Sus palabras irónicas no eran contra mi. Eran en  contra de  lo que yo disfruto, tiempo libre, y es lo que a ella le faltaba. Di gracias a Dios por mis todas mis bendiciones. Elevé una oración por el bienestar de ella, para que ojalá pudiera vivir menos estresada. Señores, por ahí leí que la gente se la pasa trabajando para ganarse la vida, cuando a la vida no hay nada que ganarle, a la vida hay que disfrutarla. No importa nuestro estatus social.  Si nos pasamos quejándonos de todo lo que no nos gusta estaremos cubriendo con un gran manto todo lo bueno que Dios nos regala con cada amanecer, y aunque esté ahí frente a nuestras narices  con esa forma de pensar y actuar, no las veremos jamás.

Minnie Flores
19 de junio de 2016

TODO ES CORRECTO Y PERFECTO




Asumo  que  como la mayoría de las personas, todos planeamos nuestros días. Hacemos listas de diligencias diarias.  Por supuesto que siempre aparecen imprevistos en el camino, y seguimos sumando. Nunca nos alcanza el tiempo y así empezamos a acumular los pendientes.
Pues hoy, como uno de esos tantos días salí con mi listita. No debía demorar más de una hora y media. Todo lo resolvería en el mismo lugar. El tema es que no contaba con la astucia que estando parada en un semáforo,  en luz roja, un señor me chocara  por detrás.  El impacto fue fuerte.  Mi cuerpo se fue hacia adelante. Gracias a Dios tenia el cinturón de seguridad.  Todo bien, no me lastimé. No quería ni bajarme, ya me imaginaba la escena. ¡Todo mi maletero aplastado!
 Me bajo tranquilamente. Lo primero que le dije  al señor, que también se bajó, fue: ¿Que te pasó amigo? Era un hombre joven, un muchacho diría yo. Amablemente me respondió que alguien se le cruzó y bueno lo demás es historia. Fuera cierto o falso ahí estábamos en medio de la calle con las luces intermitentes. Estorbando y causando más tranque.  Mi carro  sufrió solo un raspón en la defensa, que por supuesto debo cambiar.  Mi carro es del año y  lo quiero impecable, como estaba.  Al de él le fue peor. Lo bueno fue que él aceptó su culpa. Llamamos a nuestras aseguradoras. Teníamos que   esperar que llegaran ambos motorizados para levantar el reclamo. Curiosamente mientras conversamos nos dimos cuenta que los dos íbamos para el mismo centro comercial. Estábamos tan cerca que nos movimos  hacia allá. Mientras llegaba la asistencia, intercambiamos nuestros teléfonos. Yo me fui a comprar lo que necesitaba y él joven se fue a hacer lo suyo. En poco tiempo me llamó para avisarme que ya habían llegado. Él se hizo responsable del accidente. Su aseguradora pagará los gastos de la reparación de mi auto.
Resolvimos todo en paz y armonía. Como personas civilizadas.  Hasta me dio gusto conversar con un muchacho tan amable, respetuoso y educado. Cuando se retiró me pidió disculpas por  el mal rato y el tiempo que me hizo perder. Son imprevistos que suceden le respondí, lo bueno es que los dos estamos bien.
Aproveché para terminar mis compras. Saliendo para mi auto, me encuentro con una amiga que pensé que ya no vería antes de su viaje, pues en unos días se va a vivir a Francia. Ya nos habíamos despedido pero fue un placer verla de nuevo. Justo cuando conversaba con ella, aparece un señor a quién le había escrito el día anterior. Lo había contactado porque necesitaba de sus servicios de jardinería.  Por cierto hace unos jardines verticales hermosísimos. Tenía mucho tiempo que no lo veía. Habíamos quedado en fijar una cita más adelante,  pero fue muy bueno encontrarlo ahí. Sin planearlo pudimos conversar  sobre lo que yo necesitaba.
Luego llego a casa,  y suena el teléfono. El seguridad del edificio me anuncia que llegaron flores para mi. Le dije:  ¿Está seguro? ¿No será para el apartamento del frente? Después de confirmar mis datos, no había duda eran para mi. Por supuesto que me puse más que feliz. No era un ramo, sino dos. Uno para mi, y otro para mi hija María Lucia. ¡Que belleza! Por supuesto que eran de mi amado esposo. No es la primera vez que nos sorprende de esta manera. Aunque no  estemos de aniversario, ni de cumpleaños, siempre tiene un lindo detalle para nosotras.   Todos nuestros días son especiales. Como Dios manda. Es divino que no necesitemos un día o una fecha especial para expresarle a los seres que amamos todo nuestro amor y gratitud. Así es él. Un esposo maravilloso, un padre amoroso y ejemplar. ¡Que bendición!
Puedo decir con toda sinceridad que mi día fue correcto y perfecto. No tengo ni una sola queja. Estoy agradecida por cada acontecimiento de hoy.

Minnie Flores
Publicado el 5 de julio de 2016

MACHOS MIDIENDO FUERZA




Todo empezó por unas bancas de jardín. Vivimos en un edificio y las áreas comunes están siendo  decoradas por la administración y la  Junta Directiva del mismo. Recuerdo que cuando iba entrando a mi estacionamiento vi las bancas.  Mi primera impresión  fue, no van  a tono con nuestra decoración. Resulta que a otro vecino al parecer pensó lo mismo, no le agradaron. En el chat de grupo, este señor usó un lenguaje inapropiado y grosero al momento de expresar su disconformidad. Yo, decentemente,  dije  que no me parecían feas. Inclusive mi madre tiene unas en su casa en el interior, pero en  nuestro caso  no iban de acuerdo con el estilo moderno de nuestro edificio. El presidente comentó inmediatamente que podía quitarlas y se acababa el problema. No me pareció cortés  su respuesta.  Si ya estaban, debían  quedarse. ¿Otro gasto? No estábamos para eso. Sugerí colocar dos potes decorativos con sus plantas a ambos lados y así se le daba el toque natural y de jardín. ¡Quedarían  lindas.! No pasó nada. Las bancas se quedaron y nadie comentó más al respecto.
Un tiempo después, cambiaron el mobiliario del lobby. Cuando lo vi, dije: No me gusta!! De nuevo,  no va con el estilo moderno del edificio. Los comentarios del grupo de vecinos empezaron a llegar vía chat. Casi todos estaban encantados con la nueva decoración y con los muebles. No dije nada, para gusto los colores. Si  no tengo algo agradable que decir prefiero callar. Pero el vecino que les mencioné arriba, que no estuvo de acuerdo con las bancas, no se calló. El problema fue que se  dejó llevar por sus emociones, perdió el control y soltó su veneno. Fue grosero, mal educado, ofensivo, malcriado, y todo lo que se puedan imaginar al momento de expresar su descontento. No estuve, ni estaré jamás de acuerdo con este tipo de comportamiento. Respeto ante todo. Comentó que los muebles eran baratos, de mal gusto y mala calidad. Fue tan prepotente, que hasta me hizo ver más bonitos los muebles. El presidente se sintió ofendido, lo sacó del grupo de chat, y fue a la corregiduría a ponerle una queja por haberlo insultado. Por cierto, esto también me resultó pasional. Es verdad que a nadie le gusta que lo ofendan y lo traten mal. Hay que darse a respetar. Lo primero que debemos hacer es no caer en este tipo de juego porque  terminamos  haciendo otra bajeza. Al día siguiente, me encuentro con el presidente de la junta y la administradora. Les di respetuosa y  personalmente mi opinión sobre la nueva decoración. Les recomendé pedir ayuda o contratar los servicios de un diseñador de interiores para las nuevas compras y decoraciones. Les agradecí la buena intención. Sinceramente les dije que aunque no estaba 100% de acuerdo, no tenia derecho a criticar, si yo no  había contribuido  en nada. Una señora de la junta y la administradora, con las mejores intenciones lo hicieron solas.  Invirtieron su tiempo para ir a diferentes lugares y yo no tenia moral para decir ni esta boca es mía. Mi filosofía es que si no participé, no colaboré en nada, entonces no critico. Lo que hicieran estaba bien. Por supuesto que me ofrecí para colaborar de alguna manera en las próximas compras. Todavía hay mucho por hacer. Estoy clara que no se puede quedar bien con todo el mundo. También estoy clara que si deseo hacer mi santa voluntad debí comprar una casa, ahí si, solo yo decido.
Al parecer todo volvió a la calma. El vecino inconforme tenia su citación para la corregiría.
Una noche al llegar a mi apartamento, me encuentro una nota que habían dejado debajo de la puerta.
En resumen, solicitaba la cooperación de todos los vecinos para elevar una solicitud a la Junta Directiva para conformar  un comité de diseño y decoración para las nuevas compras. Me pareció una excelente idea. La iniciativa la tomó el vecino inconforme. Por supuesto, yo quería participar. Es muy cómodo hablar y dar opiniones, y no hacer nada. Ésta era la oportunidad de colaborar, poner mi granito de arena. Firmé la nota y la dejé en su apartamento como lo indicaba. En el chat de grupo varios vecinos estaban molestos por la nota. Algunos comentaron que la habían tirado a la basura. Yo les comenté que me  parecía muy buena idea formar el comité. El presidente pidió ser prudente al momento de firmar documentos. Ya yo la había firmado y entregado. No tenia nada de malo, el señor usó un lenguaje correcto, educado y respetuoso.Tenía buenas intenciones.
Para no cansarles el cuento, después me llegó un  correo electrónico solicitando voluntarios para conformar un comité de jardinería. Habían muchas quejas por lo descuidado que estaban  los jardines. Por supuesto, yo también quería participar. Me anoté de una vez. Después me enteré que solo el vecino inconforme y yo nos habíamos anotado. El presidente muy amablemente, me consultó  si yo no tenia inconveniente en trabajar con este señor. Le dije que no. Es más ni siquiera lo conocía  personalmente. Suele pasar cuando uno vive en apartamentos. Mientras él fuera respetuoso, por mi parte, haría todo lo posible para mejorar nuestros jardines. Tenia muchas ideas y los contactos de especialistas en el tema, que con gusto me cotizarían los trabajos. Personalmente hablé con el presidente y la administradora sobre este asunto, me comentaron lo difícil que era este señor. Volví a repetirles lo mismo. Es más, les volví a comentar que yo había firmado la nota que él había enviado para el comité de decoración. La idea me parecía buenísima. Al día siguiente era la cita en la corregiduría. Aproveché para comentarle al presidente, que  hubiese sido bonito que en lugar de ir a una corregiduria se hubiesen sentado como personas civilizadas a tomarse un café o un vino, mientras conversaban y aclaraban   las diferencias. La administradora estuvo de acuerdo.
En la corregiduria no les fue bien. El vecino inconforme, según me comenta el presidente, utilizó la carta que yo firme para el comité de decoración, y la de otros vecinos, muy pocos en verdad, para ponerle una demanda a la Junta Directiva. A su junta directiva. Por Dios, esto me pareció ridículo. Se suponía que  le interesaba  realzar la imagen de nuestro edificio. No tenemos dinero en exceso. Ahora la junta con nuestro dinero, sí, el dinero del inconforme también, tiene que defenderse. Vamos a gastar plata, que necesitamos para reparar tantas cosas,  en un abogado. Todo esto porque dos machos no quisieron dar su brazo a torcer. Ya me quedó claro. La demanda no era por la nota que firmamos, no tendría sentido. El único argumento seria que otros no estaban conformes con la decoración. ¿Y?  Aquí lo que hay son  dos personas midiendo fuerzas. No quieren dejarse, tener la razón nos llevará a perder plata a todos. Una polémica que empezó mal. Dos malas reacciones.   Primero el  presidente, que se sintió ofendido y con razón, e  inmediatamente sacó al señor malcriado del grupo y lo citó a una corregiduría.  Segundo, un vecino inconforme, que seguro también se sintió  ofendido y no se va a dejar. Dignidad ante todo. Esto es una guerra. ¡Par de inconscientes! Buscando una justificación, pudiera  decir que el vecino  empezó y es cierto.  Pero se necesitan dos para pelear. Deseo de todo corazón que mi vecino desista de tan ridícula demanda. Yo no soy abogada, pero demandar porque no me gustaron  unos muebles, me parece fuera de lugar. Hasta infantil, esto es una pataleta. Si en verdad lo motivaban las buenas intenciones y deseaba  colaborar, hubiese sugerido  hacer  donaciones personales  para comprar algo de mejor calidad.  Y su contribución hubiese sido  la primera para animar al resto. Debió utilizar su  valioso tiempo en aportar, en lugar de ir  a perderlo  en un juzgado. Que de seguro tendré que ir yo también. Mi conclusión es que cuando dos seres humanos miden fuerzas, en este caso dos  machos, todos los que estamos cerca perdemos. ¡Más tolerancia por favor!

Minnie Flores
Publicado 7 de Julio de 2016

lunes, 11 de mayo de 2020

EL FAMOSO JUEGO "POKEMON GO"


Lo primero que voy a mencionar es que yo no tengo nada en contra de este juego.  Ni mucho menos estoy en condición de juzgar o etiquetar a todas aquellas personas, que son millones en todo el mundo, que están totalmente enganchados con "Pokemon Go" Algo bueno debe tener, al punto de crear cierta adicción entre sus seguidores. He leído tanto al respecto y he encontrado de todo un poco. Desde caídas, accidentes, y hasta muertos.  No sé si sea cierto.  También encontré testimonios de diversión, risas y  buenos encuentros.  Las dos caras de la moneda. 

 A mi no me apasionan estos tipos de juegos,  no les encuentro sentido. Andar por ahí cazando figuras virtuales. Desconectados del mundo, de la gente, olores y sabores reales. Es cierto, el cuerpo está pisando tierra firme, visitando parques, monumentos e iglesias que nunca había visitado, todo eso es real., pero ¿Que  hay de la mente? Esa poderosa y mágica fuerza que nos guía, cuna de  nuestros sentimientos y emociones.  ¿Donde está realmente en esos momentos? Para los jugadores, sumergida en una realidad fantástica donde encuentran felicidad y diversión. Para mí, como robots, rodeados de muchos que andan en lo mismo, pero tan lejos y distantes de su momento presente. Esta forma de pensar, es lo que me ha llevado a tomar la decisión de no bajarles el juego a mis dos  hijos. El mayor pronto cumplirá 9 años, y la menor tiene 7. Mi hijo es el que más ha insistido y casi me ha suplicado que le permita jugar. Le he dado mis razones y explicaciones de porqué no lo haré. No quiero, que si salimos a pasear esté pendiente de un aparato, porque definitivamente necesitaría llevar uno. Siempre me he quejado de la atención y el  uso excesivo que algunas personas le dan al celular. Yo lo uso, y me considero activa en redes sociales.  Le doy su lugar. No puede estar en la mesa conmigo.  Ha pasado que nos reunimos en familia y en lugar de conversar y compartir nuestras historias y vivencias estamos compartiendo vídeos, noticias, memes, chistes, del resto del mundo. Pareciera que todo es aburrido si no sacamos el celular. Y si,  es una manera de compartir, pero no es mi preferida. Me gusta que me miren cuando hablo, sentir que me prestan atención. Lo hago con los demás.  Eso no sucede cuando estamos pendientes del celular. Cuando salimos, las tablets de los niños se quedan en casa. Y la pasan muy bien sin ellas. Sé que no seria lo mismo si tuvieran Pokemon Go. 
Yo sinceramente creo que el juego no es malo, pero si el perder el control y los limites por él. Les ha pasado hasta los adultos. No quiero a mis niños tristes por un juego, los quiero siempre felices. Me he tomado el tiempo de consultar con amigas que tienen niños de la misma edad que los míos para conocer que piensan del juego y si se los han bajado a sus hijos. Como en todo, algunas lo bajaron, y le pusieron un tiempo para jugarlo. No les ha creado adicción hasta donde me comentan. Los niños se han divertido. Otras, piensan muy parecido  a mi. Me comentaron que no lo bajarán porque consideran que en lugar de acercarnos, nos aleja más. Entonces me encontré contra una pared que quizás  no existe, pues yo misma creé. Es hora de derrumbarla y sé quién me va ayudar. Estoy guiándome por experiencias ajenas.   Yo conozco perfectamente a mis hijos. A pesar de su corta edad, son maduros, educados, amorosos y muy obedientes. De todos modos me mantengo en mi posición, no les voy a bajar el juego. 
Gracias a Dios mis hijos tienen una tía maravillosa, juguetona y divertida que si bajó el juega. Ya me había comentado que quería llevarlos a cazar pokemones. Soy sincera, al principio no me pareció la idea, pues iba en contra de lo que yo pensaba. Rápidamente cambie de parecer, por muchos motivos. Entre ellos, porque su tía estaba muy entusiasmada.  Se notaba que la hacia feliz el hecho de poder llevar a sus sobrinos a buscar  esos "bichitos".  Eso me hace feliz, saber cuanto los quiere y sobre todo cuanto la quieren mis hijos. Ellos están muy emocionados por ir. Les dejé muy claro, que deben disfrutar el momento jugar y divertirse. Cada vez que su tía los invite podrán ir, pero no quiero a nadie llorando, ni mucho menos insistiendo para que lo baje. He tirado una pared abajo, pues yo ni siquiera quería que lo jugaran. Mi convicción sigue firme. Yo tomé una decisión en base a lo creo y pienso, pero sobre todo en base a lo que quiero para mis hijos. Entiendo que como niños tienen derecho a conocer el juego y hasta jugarlo, así sea un ratito. Su querida tía me cayó del mismo cielo.  Que otras madres le permitan a sus hijos bajarlo, jugarlo en la calle y por todos lados, está muy bien, para ellos, no para mí. Cada quién que haga lo que le gusta, le hace feliz y le divierte, siempre y cuando no afecte  a nadie. Que viva "Pokemon Go" y todos sus seguidores!

Minnie Flores
Publicado el 30 de julio de 2016

"MAMÁ CURSI"




Finalmente, mis niños fueron a cazar Pokemones con su tía. La pasaron de maravilla. Fueron a diferentes lugares. Terminaron jugando en los columpios del Parque Omar. En la noche antes de dormir, les pedí los detalles. Me comentaron que había sido muy  divertido. Mi hija, que nunca me había pedido bajar el juego, me pidió que lo hiciera. Inmediatamente, le recordé  que ya habíamos hablado al respecto, que no  insistiera. Me dijeron que el juego era bueno porque había sido creado para que las personas hicieran ejercicios y estuvieran en movimiento. Les aclaré que no se necesitaba un juego para eso, sólo un poco de voluntad para ser responsable con nuestro cuerpo y su buena  salud. Es nuestro deber mantenernos en movimientos.  Con cara triste insistían. No me  agrada ser la mala de la película. Entonces les puse un par de ejemplos para poder explicarme mejor.  Les pedí que se imaginaran en el recreo de su escuela, viendo a la mayoría con un celular en sus manos, concentrados en busca de pokemones, en lugar de corretearse, jugar en el parque como lo hacían antes. Mi hijo dijo: ¿Eso que tiene de malo mamá? Tiene de malo que no están presentes observando realmente a la persona que tienes en frente, estás pero no estás realmente. Si vas al parque, te perderás de las ardillas que saltan de rama en rama, no verás las flores, no sentirás su aroma, ni el canto de los pájaros. Se me quedó mirando serio, como un niño maduro que es y me dijo:  Lo que pasa es que tu eres "cursi". No lo podía creer. Sentí que una espada atravesaba mi corazón. Traté de explicarle que a lo que el llamaba cursi, era mi estilo de vida, mi forma de disfrutarla y que gracias a Dios por esa manera de ser, había formado una bella familia con dos hijos maravillosos y sensibles. Que mientras a otras familias poco les importan los detalles, las atenciones, el estar pendientes los  unos de los otros, de los seres que aman, yo sí. No sé vivir de otra manera. La naturaleza para mi es como una madre, tiene un encanto, un hechizo que me hace sentir viva y feliz. Contemplarla es mi manera de agradecerle  todas las bellezas que nos regala a diario. Su cara esta vez fue de en verdad mi mamá además de cursi, está loca. Es tan solo un niño, pero me puso triste pensar que lo bello le parece cursi. Les di las buenas noches y traté  de contener el llanto. No pude. Me sentí herida en lo más profundo. Exagerada, pero no lo pude evitar, estoy nostálgica y muy sensible.  Mi hijo me hizo reflexionar, y me lanzó una verdad a la cara, como dice el maestro Omar Alfano. ¿Y si en verdad estoy pasada de cursi? Será que tengo que cambiar mi forma de ver las cosas. O simplemente dejo de tratar de llevar a los demás por mi camino. Cada quién debe tomar sus propias decisiones. Lo que es bueno para mi, no tiene porque serlo para el resto. La felicidad es algo tan personal.

Minnie Flores
Publicado 1 de agosto de 2016

LAS MIRADAS NO MATAN





Estaba haciendo fila para realizar un pago y  solo habían  dos cajeras.  No estaba la que atendía a los jubilados. Como en la mayoría de los lugares, cuando sucede esto,  se alternan los clientes. Justo cuando casi llegaba mi turno, llegó una señora jubilada. Inmediatamente supe que la atenderían primero. Yo no daría un solo paso, pues me parece lo correcto. Es más yo con gusto le daría mi lugar, no tengo ningún problema de tiempo, ni mucho menos de impaciencia en estos casos. Los jubilados me parecen tiernos. Me veo en un futuro también en esa fila. Yo la miré, pero ella no me miró. Cuando la cajera dijo siguiente, yo como una momia. La señora pasó y fue atendida.  Como yo  estaba tan cerca, escuché cuando la señora le preguntaba a la cajera la hora en que abría su caja. Ella no supo darle una  hora exacta, pues trabajan por turnos. La señora comentaba que le resultaba muy incomodo utilizar la caja normal porque la gente no dice nada, pero las miradas matan. Justo ahí me quedé pensando en esa frase "las miradas matan".  No sé a quién se refería. En mi quietud yo  había mirado  sonriente a la señora,  pero ella jamás me miró. Es más, creo que no miró a nadie. Llegó como un soldadito.  Seguro que en su cabeza  se había creado un drama al ver que su caja estaba cerrada.  Juraba que todos la miraban mal y quién sabe que cosas más. También le comentaba a la cajera: ellos  van a llegar a mi edad y no les gustaría que los vieran así. La muchacha solo le dijo que debían tener paciencia. Yo no vi a nadie quejarse, además la fila no estaba larga. 
Y así anda un montón de gente en la calle pensando que son el centro de atención, que todo el mundo tiene que ver con ellos, que los critican por viejos, feos, gordos o flacos. En verdad todo esto tiene un principio, nuestra mente. Una idea o pensamiento, bueno o malo, solo puede venir de adentro. Nace en nuestra cabeza, es ahí donde le damos vida y lo vemos crecer. Llegamos a desarrollar verdaderos monstruos, sufrimos, y lo peor del caso es que la mayoría de las veces es pura suposición. Además, si  no lo fuera, que tengo que ver yo con lo que piensa el resto de mí. La única persona en el mundo que me  conoce a la perfección soy yo misma.
Entonces llegué a una conclusión sobre las miradas. Las miradas no matan. Las miradas hablan, callan, besan y hasta se ahogan.  Son solo el reflejo de lo que pensamos nosotros mismos.

Minnie Flores
Publicado el 18 de agosto de 2016