lunes, 8 de junio de 2020

¡SOY SONÁMBULA!


Estábamos en la segunda semana de junio 2020 y seguíamos en cuarentena. La semana pasada el gobierno había levantado algunas restricciones de movilidad y las personas se desbocaron a las calles, a las playas y al interior del país. Mientras tanto los casos de Covid-19 empezaban a aumentar producto  de la apertura  anterior  de un primer bloque o  grupo de  comercios y actividades, lo que llevó a  que más personas salieran a  las calles. Tomando esto en consideración y viendo el movimiento y poca consciencia de muchos el gobierno decidió revertir las medidas por lo que nuevamente estábamos en cuarentena y con  restricciones de movilidad,  por hora y sexo. 
Dentro de todo este proceso la vida continuaba para la mayoría, algunos reinventándose y otros simplemente resignándose, confiando en  que pronto todo esto pasará.

Mi semana estuvo cargada de anécdotas graciosas. Una noche mientras dormía a mi hija, sí aún lo hacemos, nos acostamos con los niños, oramos, rezamos, agradecemos y los llenamos de besos y abrazos, hasta que se queden dormidos, no cambiaría esta sensación por nada. ¡Momentos de felicidad mientras aun son niños! No considero que estamos  consintiendo demasiado a nuestros hijos,  más bien los estamos llenando de amor, un niño que se siente amado,  crece siendo una persona bondadosa e independiente, porque solo sabrá dar amor. Mis hijos son educados, obedientes, excelentes estudiantes, hijos y nietos amorosos, creen en Dios y en la Virgen, y viven sin miedos ni angustias. La niña tiene 10 años y el niño 12 años. En todo este tiempo de confinamiento han estado tranquilos, relajados, y han seguido sus vidas de forma normal, las clases virtuales han ayudado muchísimo a ocupar su tiempo en asuntos productivos y no tantos juegos electrónicos. Llegará una etapa, está muy cerca,  en las que serán ellos mismos  los que nos dirán nos vamos a nuestros cuartos.  ¡Hasta mañana, los amamos!

La hora de dormir era a las 9:30 p.m. Mi esposó acompañó al varoncito, y yo me quedé con la niña. El tema fue que cuando pensé que ya se había dormido (15 a 20 minutos usualmente)  me levanté lentamente para ir a mi cuarto, de inmediato me agarró, como si tuviera un sensor de movimiento, y me abrazó. Me quedé a su lado. Esto sucedió dos veces más así que decidí dormirme. Me  desperté al ver que mi hija se estaba levantando, pensé que iba para el  baño, sin embargo se puso a buscar algo en medio de la oscuridad, le pregunté ¿qué estás buscando?, ´¿que haces? Y me respondió:  Me voy a poner talco. ¿Talco? alcé la voz, y le dije, nada de talco, te acuestas inmediatamente, regresa a la cama. Ella obedeció, se metió en la cama y siguió durmiendo. Nunca estuvo despierta. Me dio mucha risa, y me dije: ¡Esta niña es un caso, hasta dormida quiere estar olorosa! Le encanta ponerse perfumes, cremas, y también talco. 

Después de un rato me fui a mi cama, aún no era media noche, y sentía que habían pasado horas. Me dormí. Me volví a despertar cuando escuché sus pasos, era mi hija nuevamente, se acercó y me dijo, me siento rara, no puedo quedarme dormida. No podía ser, así que prácticamente la regañe y le dije, apaga todo en tu cuarto y ven a dormir con nosotros. Eso hizo, y se durmió plácidamente. 

Al día siguiente, le comenté sobre el tema del talco, ella no recordaba nada, se echó a reír y me dijo, ¡Soy sonámbula!

Me sentía agotada no había dormido bien, no estaba acostumbrada a este tipo de trasnochada, pues después de que los niños se quedaban dormidos me pasaba a mi cama y ellos dormían en sus camas hasta el amanecer sin ningún problema. En este tiempo de cuarentena alguna noches hemos dormido los cuatro juntos, después de algún juego de mesa hasta tarde todos quedamos rendidos. #cosasdecuarentena


Minnie Flores





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