martes, 12 de mayo de 2020

MI FORTALEZA




Creo que cada vez que posteamos alguna frase o comentario que nos agrada, estamos compartiendo nuestro sentir y nuestra manera de pensar. Quizás tratamos de dar a los demás,  de cierto modo,  algún tipo de explicación sobre nuestro comportamiento. Nadie no las ha pedido, pero lo hacemos. Hace poco alguien compartió en Facebook un escrito sobre el mal carácter y la inteligencia. Algún estudio demostraba que las mujeres con mal genio o mal carácter  eran más inteligentes. Me daba un poco de risa porque si eso fuera cierto yo seria Miss Bruta.  ¡Esa corona es mía! Me cuesta enfadarme, más bien diría yo, tomarme todo de manera personal. Que es lo que realmente nos lleva a molestarnos, pues nos sentimos ofendidos. Por lo general yo veo el lado bueno de las cosas. Lo que usualmente hace enojar a algunas  persona yo ni le presto atención. Estoy segura que de tonta no tengo un solo pelo. Al contrario, me encanta decir lo que siento. Me encanta sentirme bien y feliz. Y la manera como lo logro y lo he logrado hasta ahora es siendo sincera, primero conmigo misma y por supuesto con  los demás. Cuando algo no me agrada pues simplemente lo digo, amable y cortésmente, pero lo digo, no me callo nada. Primero yo. Si no estoy en calma nada funciona correctamente. Para algunas personas un  mal carácter es símbolo de fortaleza, yo opino lo contrario. El carácter no tiene nada que ver con la fuerza, no al menos ese del que la mayoría siente un gran orgullo poseerlo. "yo soy de carácter fuerte, no me dejo de nadie"  Siempre me ha ido mejor siendo amable y tratando bien a los demás, con mi dulce carácter. Desde mis empleadas hasta mis amigas y familiares. La fuerza no se mide con un carácter fuerte, se mide con la bondad y la buenas intenciones de un corazón. Hoy reflexionaba sobre esto, mientras me atendían en el salón de belleza. Otra señora que estaba ahí, hablaba por teléfono, de manera molesta le hablaba a su interlocutor, a medida que la conversación avanzaba supe que se trataba de su empleada doméstica. Cerró la llamada y realmente estaba enojada. La trató de inútil e  ineficiente. Le dijo que  no servia para nada. Inmediatamente recordé las palabras de una querida amiga, que después de comentarle hace mucho tiempo que mi empleada no daba la talla y no servia, me dijo muy francamente, y te has puesto a pensar que la falla eres tu, porque eso demuestra que no sabes entrenarla. Eso me cayó tan bien y profundo que me dije, es verdad debo ser yo.  No es ella. Desde entonces, años puedo decir, busqué mis fallas, mis errores al contratar a alguien. A partir de ese momento, no contrato a nadie que no me agrade desde un comienzo. Las entrevisto, les pregunto sobre su vida y su familia. Y solo con el tono de voz y sus respuestas tengo para tomar una decisión. Una vez contratadas, empieza el entrenamiento. Evaluó su actitud y desempeño en el trabajo, observo si siguen indicaciones o  tienen iniciativa propia. Unos días son suficientes para finalizar mi evaluación. No tengo porque martirizar a nadie. Me ha funcionado de maravilla, al punto que dejan de ser simples empleadas y llegamos a tomarnos mucho cariño.  Hay comunicación y buen trato de ambas partes. Con esto no estoy diciendo que todas son buenas, pero  Dios ha puesto en camino muchachas muy buenas y trabajadoras, como la que tengo actualmente.
Regresando al tema del carácter, que para mí no tiene que ver con el mal genio realmente, porque eso solo demuestra debilidad e incapacidad para manejar las emociones. El que grita, insulta y hace pataletas solo demuestra su propio descontrol. Yo puedo exigir mis derechos, y lo hago, sin elevar mi tono de voz, siendo educada y manteniendo la calma en todo momento.
Recuerdo una tarde que iba con mi hija de tres años en el carro.  Una mujer que venía acelerada no soportó que pasaran dos carros a quienes les di paso.  Se bajó histérica de su auto, tocó mi ventana enfurecida, yo medio bajé el vidrio, me gritó, me insultó, y hasta presionó su dedo sobre mi hombro. Estaba loca, no había duda de eso. Ella no paraba de gritar. Yo solo le dije, con voz pausada y calmada: ¿Señora yo le he hecho algo? Eso la molestó aún más. Me preguntó si yo era estúpida. Yo mantuve la calma y le volví a repetir lo mismo. ¿Señora yo le he hecho algo?  Gracias a Dios, de la nada, en plena Vía España, aparecieron dos policías como ángeles guardianes. La mujer dio la vuelta, pues no tenia con quien pelear y tras de ella, estaban parados los dos policías. Se fue corriendo y se subió a su auto. Agradecí a los policías su presencia, y me fui. Mi hija me preguntó porqué esa mujer me gritó y me dijo cosas tan feas. Yo le respondí, porque no me conoce, pero yo si me conozco muy bien, no soy nada de lo que ella dijo. Cómo me iba a molestar con ella si nada de lo que dijo era cierto Le expliqué que algunas personas tienen problemas y andan estresadas y alteradas por la calle, buscando conflicto, pero si no encuentran con quien pelear,  ya no pueden hacer nada y se marchan. Es así, yo lo creo. Esa noche, elevé una oración por aquella desconocida, que obviamente andaba mal. Pensé en su familia, me pregunté si tendría hijos, esposo. Cómo llegaría a su casa esa tarde.
Agradecí a Dios sus bendiciones en mi vida, por la dulzura de carácter que me regaló, que si sin duda considero es mi gran fortaleza.

Minnie Flores
Publicado el 29 de Julio de 2016

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